Tener una opinión objetiva al respecto resulta imposible, porque nos encanta este deporte. El jugador de squash puede buscar diferentes sensaciones al practicarlo, pero en general lo que se busca sería la asociación de varias sensaciones que derivan de las exigencias de este deporte:
- Un deporte muy físico y ultra explosivo, puesto que en un tiempo record uno se desgasta enteramente. Una manera práctica de aflojar las tensiones y vaciar la cabeza, todo sin demasiado compromiso.
- Un deporte que pide mucha técnica. No suele ser lo más obvio, pero la precisión, la agilidad y la rapidez del golpe son claves y por esto uno tiene que mantenerse en constante concentración. Puede ocasionar frustraciones o enfados, y como consecuencia más ganas de hacerlo bien.
- Por fin, es un deporte muy estratégico. Los detales son lo importante porque son los que van a permitir uno a hacer la diferencia y ganar. Los partidos con contrincantes de nivel igualado se juegan mucho en la cabeza.
- Finalmente, a algunos les gusta este deporte por las cañas y las bravas de después…
Respeto, humildad, y seguridad, lo primero
Todos pueden no estar de acuerdo, pero para nosotros jugar al squash en competición o partido amistoso es aprender, intentar mejorar y sobre todo ser HUMILDE, RESPETAR el otro y buscar la SEGURIDAD de ambos. Ésas son las claves para tener buen rollo en cada uno de tus partidos. Igualmente, te evitará tener discusiones inútiles y que muchas veces acaban desconcentrándote, haciéndote perder tus capacidades. Si se trata de partidos amistosos o sin nada en juego, si ante una duda no os ponéis de acuerdo, el punto se vuelve a jugar (LET), y si se trata de competiciones, el árbitro tiene razón.
Es también importante buscar el máximo de seguridad: la pista es un espacio reducido, y en su interior hay dos jugadores desplazándose, con lo que existe la posibilidad de chocarse o de molestar al rival. En cuanto sintamos que nuestro swing puede golpear al contrario, o que éste puede recibir un pelotazo por estar delante de nosotros, uno puede y debe parar el juego y pedir que se repita el punto. Incluso en los partidos amistosos, en los que sólo estamos pensando en jugar, sudar y pasárselo bien. Las malas costumbres se tienen que evitar o quitar cuanto antes.